Cada acción cotidiana forma o destruye un carácter. Por lo tanto, algún día hemos de gritar desde el tejado lo hecho en el secreto de la alcoba.
El lamentar la propia existencia es como impedir el propio desarrollo; el negar su propia experiencia es como sellar con una mentira los labios de su propia vida. Es nada menos que intentar renegar de su propia alma.
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